domingo, 29 de noviembre de 2020

EL ACORAZADO POTEMKIN

Obviando el sesgo ideológico y el ensalzamiento de un régimen, tanto en El acorazado Potemkin (Bronenósets Potiomkin, 1925) como en el resto de películas que forman la filmografía de Serguéi Eisenstein, nos encontramos con una pieza de museo y una maravilla en cuanto a dirección y montaje, ambas llevadas a cabo por el propio director.  

La película de Eisenstein se centra en un momento histórico de la Rusia zarista: el motín que se produjo en 1905 a bordo del acorazado Potemkin por parte de la tripulación contra los mandos militares, una sublevación que da comienzo cuando se niegan a comer la sopa que les sirven, y previamente el director nos ha presentado la carne completamente agusanada en una imagen imposible de olvidar. Como sucede con la cineasta alemana Leni Riefenstahl y su labor cinematográfica al servicio del nazismo dentro del aparato de propaganda del partido, en Eisenstein forma y contenido se funden en un solo elemento, pero probablemente, sin el acicate ideológico, ni en la cineasta alemana ni con el soviético, su cine se hubiese desarrollado de la magistral forma como se produjo. 

En el cine de Eisenstein predomina el plano fijo, salvo en las necesarias escenas de acción, y esta película es un ejemplo de ello, que además presenta una gran fotografía que firman conjuntamente Eduard Tissé y Vladimir Popov, destacando esos planos a contraluz en el puerto. Como escena mítica la que tiene lugar en las largas escalinatas de la ciudad ucraniana de Odesa, con soldados y cosacos reprimiendo brutalmente a los manifestantes, y esa madre con un carrito de bebé que comienza a descender las escaleras y luego reproducirá Brian de Palma en Los Intocables de Eliot Ness

Una mujer lleva a su hijo muerto en brazos.

VALORACIÓN: 10/10 (Obra maestra)


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