viernes, 21 de mayo de 2021

SLOW WEST

La producción de westerns hace demasiadas décadas que muestra una manifiesta incapacidad (con algún resurgimiento destacable, como en los noventa) y por ende las grandes películas, y en mayor medida las obras maestras, son tristemente infrecuentes, pero aun así muy de vez en cuando se obra el milagro y surge alguna inesperada joya, como es el caso de Slow West (Slow West, 2015), el primer largometraje dirigido por el escocés John Maclean.

Con un guión interesantísimo firmado por el propio Maclean (ahí radica uno de sus puntos fuertes) incorporando referencias de otros títulos del género, principalmente del crepuscular de los años setenta, periodo que curiosamente supuso el doble óbito del western clásico, tanto desde el punto de vista natural como el conceptual (y en el que el eurowestern, en pleno apogeo, contribuyó a ello), aunque rabiosamente singular, agudo y talentoso, queda firmemente sustentando por sus dos protagonistas: Silas, un solitario cazarrecompensas (Michael Fassbender), y Jay Cavendish, joven y culto escocés (Kodi Smit-McPhee) que tiene como misión buscar a su prometida Rose (Caren Pistorius), que huyó desde Escocia junto a su padre acusados de un crimen. 

Slow West se sirve del mejor ingrediente del eurowestern, que no es otro sino el ingenio, aunque tamizado por el cine norteamericano actual que encuentra su sino en los hermanos Coen, Jarmusch o Tarantino (por suerte sin la innecesaria ordinariez del lenguaje de éste y del que hizo gala sin ir más lejos en Los odiosos ocho) si bien no escatima en incluir conceptos clásicos con los que remitir al espectador (o al menos así me lo parece a mí) a películas como Duelo en la alta sierra de Peckinpah e incluso Dos cabalgan juntos de John Ford. 

Superior a Hostiles, dirigido en 2017 por Scott Cooper y último buen western que recuerdo, Maclean filma una historia de aventuras, minimalista y con cierto poso romántico, paradójica en el devenir de la trama y con un violentísimo (y a su vez triste) final de extrema necesidad que hace pensar en Perros de paja de Peckinpah, con un metraje perfecto que no da pie ni a un solo instante de tedio, hermosos paisajes que simulan ser Colorado si bien está rodada en Nueva Zelanda, y fotografía prodigiosa de la mano de Robbie Ryan, amén de un fantástico movimiento de cámara filmando desde ángulos inverosímiles.

Afirmaba al comienzo de este comentario que el género llevaba tiempo en declive, cuando lo que quería decir es que ya está completamente muerto y enterrado, pero esta película aún hace soñar con su resurrección, aunque sea sólo eso: un sueño; vivamos de él.   

Jay Cavendish (Kodi Smit-McPhee) y Silas (Michael Fassbender). 

VALORACIÓN: 7.5/10