domingo, 13 de diciembre de 2020

LA EVASIÓN

Esta es una de esas películas que quedan grabadas en la retina del espectador ad aeternitatem, de aquellas que nos hacen pensar en ella incluso mucho tiempo después de haberla visionado, suponiendo una verdadera maravilla en todos los aspectos y entrando inmediatamente en la lista de películas favoritas de todo cinéfilo. Estamos hablando de la La evasión (Le trou, 1960), la mejor obra de Jacques Becker y también la última, ya que el director francés falleció por una hemocromatosis (exceso de hierro) a los 53 años en el preciso momento de terminar su grabación, por lo que fue su hijo el que se encargó de la edición final.

La acción de La evasión transcurre íntegramente en la prisión parisina de La Santé, a la que llega Claude Gaspard (Marc Michel), uno de los protagonistas, e inmediatamente le asignan la celda en la que ya se encuentran Geo (Michel Constantin), Roland (Jean Keraudy), Manu (Philippe Leroy-Beaulieu) y Vossellin «el Monseñor» (Raymond Meunier); entre ellos ya han planeado la fuga de la cárcel, y con la llegada del nuevo compañero dudan si hacerle partícipe de sus intenciones. 

El guión de la película se basa en la novela homónima de José Giovanni (Le Trou), una historia tan real que el actor Philippe Leroy-Beaulieu, encarnando a Manu, es en realidad el propio Giovanni, un antiguo exconvicto que llegó a estar condenado a muerte y que se reconvirtió posteriormente en novelista, guionista e incluso director de cine.

La evasión es la obra de un minucioso relojero, construida sin elipsis, hasta tal punto que el espectador asiste en tiempo real a todo el proceso de fuga tal y como si fuese un documental. Es sobria, sin florituras pero a su vez electrizante, intensa y marcada por un ritmo trepidante, sin detenerse en explicaciones previas y que aunque fue rodada en plena ebullición de la Nouvelle Vague, no puede ser adscrita totalmente a esta corriente. Estamos ante una película única, con ese pequeño e inusual prólogo en el que Roland (Jean Keraudy) presenta la historia, y que como bien hacía el neorrealismo italiano se nutrió de un reparto de actores no del todo profesionales, aunque muchos hicieran carrera en el cine tras este filme. 

Es imposible quedarse con un solo plano o momento, pero se pueden apuntar varios: la minuciosidad con la que se organiza el plan, cómo construyen un reloj de arena, o el registro que sufren los paquetes que llegan a prisión y cómo el encargado corta y pincha cada alimento con la misma navaja, produciéndose en el espctador una repugnancia absoluta. Es tal la emoción que la película emana durante todo el metraje, que percibes que pase lo que pase conseguirán la libertad, sin importarnos por qué están encerrados, y hasta con la sensación de hacernos partícipes del plan de fuga como sin fuésemos otro preso más. La última escena, al observar el pasillo a través del espejito construido con un viejo cepillo de dientes que usan a lo largo de todo el filme, es tan espeluznante, que parece extraída de una película de terror.

Todo cuando aparecerá posteriormente en los dramas carcelarios se nutrirá de La evasión en mayor o menor grado: La milla verdeCadena perpetua o La fuga de Alcatraz, por poner algunos ejemplos, y sin embargo seguirá siendo una película diferente a todas las anteriores, sin música y con la ausencia total de violencia. Un último apunte: la escena inicial de Hasta el último aliento, de Melville, es asimismo un homenaje a la obra de Becker a la que Melville consideraba su favorita, y como muchos, una obra maestra. 


 VALORACIÓN: 9.5/10

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