domingo, 13 de diciembre de 2020

COLD WAR

Cuando se habla de cine polaco es inevitable no pensar en Kieślowski y en El decálogo y su trilogía Tres colores; Polanski, que nació en París en el seno de una familia polaca para regresar años después al país de sus progenitores, salvo en los cortometrajes del comienzo de su carrera y hasta 1962 con El cuchillo en el agua, ha desarrollado todo su cine en EE.UU. y en especial en Francia. 

El nuevo gran valor en el cine polaco es Paweł Pawlikowski, y su gran película hasta la fecha Cold War (Zimna wojna, 2018). Si Polonia sufrió la brutalidad nazi que tan bien reflejó Polanski en El pianista, el país tuvo que vivir acto seguido bajo el no menos atroz yugo comunista, y con ese trasfondo político-social, y en plena Guerra Fría, el director dirige esta película con un guión escrito a cuatro manos por el propio Pawlikowski y Janusz Glowacki, que va construyendo a base de planos medios y generales una historia de enorme lirismo, gracias también a una primorosa fotografía de Lukasz Zal, en blanco y negro, en este relato que tanto tiene de Casablanca Breve encuentro, y hasta de La infancia de IvánAndrei Rublev de Tarkovski.

Pawlikowski, que ya había dirigido en 2013 Ida, otra película destacable en su filmografía, consigue que en Cold War nada resulte frío al describir la intensa relación amorosa que tiene como protagonistas a Zula Lichoń (Joanna Kulig) y a Wiktor Warski (Tomasz Kot), pareja que va superando desdichas, ausencias y el paso del tiempo a base de jazz y nocturnidad, y en donde todo gira alrededor de Zula, apuntalada con algunos planos panorámicos circulares de una mujer arrebatadora e irrefrenable magnetismo que encarna Joanna Kulig, actriz sensual y hermosa que enamora al espectador desde el primer minuto, en esta historia circular que comienza y termina en el mismo lugar como reflejo de que es imposible escapar a nuestro origen.


VALORACIÓN: 8/10

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