miércoles, 15 de diciembre de 2021

SEVEN

Hace unos días, estando en casa de mis padres, una noche me propuse probar un viejo reproductor de cintas de VHS, y decidí hacerlo con Seven (Seven, 1995), película dirigida por David Fincher que durante el año posterior a su estreno visioné de forma compulsiva de la misma forma como me ocurriría con El club de la lucha, también del mismo director, o mucho antes con El silencio de los corderos, obra maestra de Jonathan Demme. A pesar de todo, aunque recordaba el filme en términos generales, no era capaz de hacerlo en sus infinitos detalles. 

Basada en un magnífico guión firmado por Andrew Kevin Walker, y rodada con una estética de videoclip, mundo del que procedía Fincher, Seven es a la vez un thriller, un neo-noir y una película de asesinos en serie que a la postre terminaría de asentar las bases del thriller que llegaría a lo largo del final de esa década y de la siguiente. 

La película y sus acontecimientos vienen marcados por los siete pecados capitales a los que el ensañamiento de un asesino en serie somete a sus víctimas, caso del que se hace cargo el teniente Somerset (Morgan Freeman), en sus últimos días en activo, y un joven detective David Mills (Brad Pitt), tan diferentes entre sí tanto en su forma de ser, de proceder y hasta en el vestuario, en definitiva dos estilos tan diferentes cuya empresa colaborativa parecía en un principio condenada al fracaso, llega llega poco a poco a cohesionarse, gracias también a Tracy Mills (Gwyneth Paltrow), esposa de Mills.   

Si todos los elementos de Seven funcionan como el mecanismo perfecto de un reloj, con el ya citado guión y la fabulosa dirección, a ello hay que sumarle la fotografía de Darius Khondji (Alien: Resurreción, La novena puertaMedianoche en París, Amour...) así como la música que un especialista como Howard Shore (El silencio de los corderos, Philadelphia, The Game, El señor de los anillos...)  compuso para la película, pero por supuesto la interpretación de los personajes principales, y muy especialmente la de Kevin Spacey en el papel del psicópata John Doe, que no se anunció en los títulos de crédito y no llegó a aparecer en escena hasta el tramo final del filme, y aunque con un pequeño papel, Spacey borda la actuación tal y como hizo en Sospechosos habituales, ambos dos papeles memorables.

La casualidad quiso que cuando terminamos la película, y esperando a que la cinta se rebobinase, la pasaban en una de las cadenas, y no pude reprimirme a volver a verla, aunque el resto se fuese a la cama. Resaltaba de manera asombrosa la calidad de la imagen frente a la del cassette de VHS, pero además observé que en éste el formato era de pantalla completa mientras en la versión televisiva panorámico. Por lo demás igualmente deleitable. 

   

VALORACIÓN: 8