martes, 13 de abril de 2021

LA VIDA PRIVADA DE SHERLOCK HOLMES

Mi primer recuerdo relacionado con el archiconocido y genial personaje alumbrado por Conan Doyle tiene su origen en mi primera infancia con la serie de dibujos animados Sherlock Holmes, que hasta mucho tiempo después no supe que era obra de Hayao Miyazaki, con esa mágica música de cabecera que aún me sigue trasladando a aquella época feliz pero ya lejana: el cantar de los gorriones, los atardeceres tras salir del colegio, el fuego de la chimenea, la casa de mis padres. ¡Quién pudiera regresar!, si bien pronunciar el nombre de Moriarti aún me sigue causando escalofríos. Años después visioné El secreto de la pirámide (o El joven Sherlock Holmes), fabulosa licencia (como tantas otras, o mejor dicho como todos) del director Barry Levinson (Rain Man, Bugsy...) sobre un primer encuentro apócrifo entre Holmes y Watson.

En los últimos años el mundo del cine ha seguido acercándose a la figura de Sherlock Holmes con resultados más que notables. Sirvan como ejemplos dentro de cierta ortodoxia los dos títulos del director británico Guy Ritchie con Robert Downey Jr. en el papel de Holmes y Jude Law como Watson, y en especial la serie de la BBC Sherlock, creada (pues en el mundo de las series parece importar más quiénes son los creadores que el director) por Mark Gatiss y Steven Moffat y protagonizada por Benedict Cumberbatch y Martin Freeman, si bien en ambos casos prevalece la acción. Elementary, serie de Robert Doherty, es otra interesante muestra pero radicalmente heterodoxa y rupturista ambientada en Nueva York y con una mujer en el papel de Holmes. Todos los casos citados anteriormente quedan lejos de los primeros actores que dieron vida a Holmes: Basil Rathbone, Peter Cushing o Jeremy Brett, ya en el siglo pasado. 

Cada género que Billy Wilder abordó acabó convirtiéndose en oro, aunque no fuese de manera inmediata, y La vida privada de Sherlock Holmes (The Private Life of Sherlock Holmes, 1970), ideada por el propio cineasta junto a su guionista I. A. L. Diamond, nos muestra un retrato delicioso que ahonda, como bien predice su título, en el aspecto más personal para exponer un sutil análisis psiquiátrico del famoso detective y su fiel ayudante dando por sentada la homosexualidad del primero, eterno cotilleo en el mundo holmesiano; pero a pesar de su altura fue injustamente infravalorada e incomprendida cuando es un verdadero regalo: una película masticable y deleitable con esa pausa necesaria que también se observa en Holmes & Watson. Madrid Days, filme que en 2012 dirigió José Luis Garci y que pertenece a la misma familia y que a buen seguro se dejó impregnar por la de Wilder. El director español presenta en un ejercicio cinematográfico encomiable una historia de gran singularidad e ingenio por las calles de aquella Madrid de Benito Pérez Galdós, que también hace acto de presencia. La visión que Garci presentó sobre Holmes y Watson tiene en común con la de Wilder la minusvaloración y rechazo de los espectadores y parte de la crítica.     

La vida privada de Sherlock Holmes comienza varios años después de la muerte del doctor Watson cuando tiene lugar la apertura de una valija que contiene diversos utensilios así como un voluminoso legajo que da pie al desarrollo de dos historias independientes, o al menos la primera de ellas funcionando como una breve introducción a la pareja formada por Sherlock Holmes (Robert Stephens) y John H. Watson (Colin Blakely). En ese primer tramo la bailarina rusa Madame Petrova (Tamara Toumanova) le propone a Holmes tener un hijo a cambio de un violín Stradivarius, pero el detective deja entrever que no está «interesado en las mujeres», por lo que Wilder aborda de manera abierta uno de los enigmas que siempre han girado en torno al detective. La segunda historia, que es la principal en el filme, se centra en la agente alemana Gabrielle Valladon/Ilse von Hoffmanstal (Geneviève Page) dando lugar a una película de espías en la que Wilder amalgama la corona inglesa, Londres, el lago Ness y la construcción de un submarino, trama en la que se nos deleita con la presencia del actor Christopher Lee dando vida a Mycroft Holmes, el hermano de Sherlock. 

En resumen, La vida privada de Sherlock Holmes es un clásico exquisito que aúna altas dosis de inteligente comedia y aventuras, y se encuentra entre las mejores películas jamás rodadas teniendo como protagonistas los personajes creados por el escritor Conan Doyle y que también forman, desde hace tiempo, parte del cine. 

Los actores Colin Blakely, Christopher Lee y Robert Stephens.

VALORACIÓN: 8/10

jueves, 8 de abril de 2021

CABALGAR EN SOLITARIO

Como mero ejercicio de ubicación cinéfila, y más en concreto en el género, el año en el que se estrenó Cabalgar en solitario (Ride Lonesome, 1959), dirigida por Budd Boetticher, John Ford ya había hecho Centauros del desierto, una obra maestra y western más complejo de lo que pudiera aparentar. Boetticher también había rodado entonces Tras la pista de los asesinos (1956) y Los cautivos (1957), que junto a Burt Kennedy en su tarea de guionista y Randolph Scott en el papel de actor principal formarían un trío que en 1960 volverían a coincidir en Estación Comanche; el magnífico director de fotografía Charles Lawton Jr. participó también en algunas de estas películas, al igual que el productor Harry Joe Brown, por lo que a esta serie de filmes se le denominó ciclo Ranown («Ran» por el actor Randolph Scott y «own» por el citado Harry Joe Brown). 

Una de las características de la filmografía de Boetticher que queda de manifiesto es su escasa economía de medios, si bien sus obras, a pesar de considerarse de serie B, son de la más sublime calidad: filmes secos y austeros que nos muestran lugares solitarios y desérticos en donde apenas aparecen personajes y el leitmotiv que las mueve es tan simple como antiguo: vengar una muerte. Las películas del director nacido en Chicago son de esa asombrosa especie que van ganando interés con el paso del tiempo y con cada visionado, pues incluso aunque en un primer momento pueda dejar frío al espectador, intuimos que nos encontramos ante una forma diferente de hacer cine que si bien enmarcada en el western clásico no está revestida de una ortodoxia plena, y Cabalgar en solitario es un claro ejemplo de ello.

Cuando se visiona Hostiles, dirigida en 2017 por Scott Cooper (que asimismo es el autor del guión) y protagonizada por Christian Bale, su historia recuerda en cierto modo a Cabalgar en solitario, película esta de Boetticher con una fabulosa apertura y un final inolvidable y evocador, si bien en su parte central carece del tempo que sí ofrecen otras de sus películas, como por ejemplo Los cautivos, con cierta vocación moralizante pero menos profunda que Cabalgar en solitario, aunque en mi opinión la mejor del llamado ciclo Ranown es Tras la pista de los asesinos, que contó como director de fotografía con William H. Clothier. 

Como recuerdo imborrable de Cabalgar en solitario su final, cuando Ben Brigade hace arder el árbol en forma de cruz en el que habían ahorcado a su mujer.

  VALORACIÓN: 6.5/10