jueves, 8 de abril de 2021

CABALGAR EN SOLITARIO

Como mero ejercicio de ubicación cinéfila, y más en concreto en el género, el año en el que se estrenó Cabalgar en solitario (Ride Lonesome, 1959), dirigida por Budd Boetticher, John Ford ya había hecho Centauros del desierto, una obra maestra y western más complejo de lo que pudiera aparentar. Boetticher también había rodado entonces Tras la pista de los asesinos (1956) y Los cautivos (1957), que junto a Burt Kennedy en su tarea de guionista y Randolph Scott en el papel de actor principal formarían un trío que en 1960 volverían a coincidir en Estación Comanche; el magnífico director de fotografía Charles Lawton Jr. participó también en algunas de estas películas, al igual que el productor Harry Joe Brown, por lo que a esta serie de filmes se le denominó ciclo Ranown («Ran» por el actor Randolph Scott y «own» por el citado Harry Joe Brown). 

Una de las características de la filmografía de Boetticher que queda de manifiesto es su escasa economía de medios, si bien sus obras, a pesar de considerarse de serie B, son de la más sublime calidad: filmes secos y austeros que nos muestran lugares solitarios y desérticos en donde apenas aparecen personajes y el leitmotiv que las mueve es tan simple como antiguo: vengar una muerte. Las películas del director nacido en Chicago son de esa asombrosa especie que van ganando interés con el paso del tiempo y con cada visionado, pues incluso aunque en un primer momento pueda dejar frío al espectador, intuimos que nos encontramos ante una forma diferente de hacer cine que si bien enmarcada en el western clásico no está revestida de una ortodoxia plena, y Cabalgar en solitario es un claro ejemplo de ello.

Cuando se visiona Hostiles, dirigida en 2017 por Scott Cooper (que asimismo es el autor del guión) y protagonizada por Christian Bale, su historia recuerda en cierto modo a Cabalgar en solitario, película esta de Boetticher con una fabulosa apertura y un final inolvidable y evocador, si bien en su parte central carece del tempo que sí ofrecen otras de sus películas, como por ejemplo Los cautivos, con cierta vocación moralizante pero menos profunda que Cabalgar en solitario, aunque en mi opinión la mejor del llamado ciclo Ranown es Tras la pista de los asesinos, que contó como director de fotografía con William H. Clothier. 

Como recuerdo imborrable de Cabalgar en solitario su final, cuando Ben Brigade hace arder el árbol en forma de cruz en el que habían ahorcado a su mujer.

  VALORACIÓN: 6.5/10

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