miércoles, 28 de diciembre de 2022

TENIENTE CORRUPTO

Resulta utópico imaginar que esta misma película pudiera pasar la tijera censora de este siglo XXI ya bien avanzado, en una sociedad marcada por lo políticamente correcto y por una sucesión de clichés culturales ausentes de toda inventiva y originalidad, sí bien Teniente corrupto (Bad Lieutenant, 1992) se sirva de ideas habituales y radicalmente recurrentes en el neo-noir. Sin ir más lejos, Harvey Keitel protagonizará años más tarde junto a Stallone, el fallecido Ray Liotta y Robert De Niro, una interesante cinta: Copland (Cop Land, 1997), dirigida por James Mangold, si bien comparada con la de Ferrara es un tierno relato de Disney. Para que no existan confusiones, en nada tiene que ver la cinta de Ferrara, ni por el argumento ni por la calidad, con la obra homónima de Werner Herzog, un descafeinado y fallido remake (como casi todos, y en este ni eso) que protagonizaron en 2009 Nicolas Cage y Eva Mendes. 

El filme de Ferrara se centra en la vida y obra de un policía de Nueva York que protagoniza Harvey Keitel (cuya actuación es sobresaliente) del que nunca conocemos su nombre, un hombre cuya existencia zozobra en un mar de alcohol, drogas y mujeres, que trapichea con los propios camellos, se apropia del material incautado y abusa de su autoridad sin lugar al remordimiento, apostando importantes cantidades de dinero en un play-off de baloncesto que lo aboca a la ruina y más aún a la locura. Entre los chutes de heroína, que el director muestra de manera explícita y descarnada, su adicción a la cocaína y el crack, la brutal violación de una monja (Frankie Thorn) en plena iglesia por parte de varios individuos, a la que sabemos que ha sido penetrada con un crucifijo, despierta el interés del teniente, momento en el que debido al sentido religioso del protagonista parece ser el punto de inflexión del policía, aunque sólo es un espejismo, y no por la imposibilidad de éste por redimirse de sus acciones, también porque la trama ideada por Ferrara no tiene un clímax, o no uno solo, ya que toda la historia resulta una frenética montaña rusa.     

Abel Ferrara es uno de esos directores que con apenas un par de obras pasará a la historia del cine por su particular visión de la vida más turbia, de los bajos fondos y de los instintos más básicos, exponente de la moralidad desde la ausencia de inmoralidad, su gusto tajante por la violencia, la venganza y una religiosidad católica que traspasa todos esos elementos. Junto al filme que nos concierne, cabe destacar de Ferrara El funeral (The Funeral, 1996), una vuelta de tuerca de El padrino de Coppola que recoge todos los ingredientes anteriormente citados, aportando una mirada de la mafia desde diferentes ángulos mediante el retrato de una familia de los años 30. 

Imposible acabar este apunte sin destacar el guión de Teniente corrupto, firmado por el propio director en colaboración con Zoë Lund, que asimismo actúa en el filme como suministradora de sustancias del policía (y que ya estuvo en 1981 a sus órdenes en otra singular película, Ms. 45), un guión que conjunta toda una gama de profundos y complejos componentes que bien podría haber salido de la mano de Paul Schrader (Taxi Driver, Obsesión, La última tentación de Cristo...), preñado de intensos tintes religiosos, un mundo apocalíptico marcado por una suerte de rendición bíblica que choca con la inmoralidad del protagonista y su educación cristiana y hasta visiones de Cristo en pleno delirio de drogas, y que ataviado con un crucifijo que cuelga de su pecho el director nos muestra una y otra vez. Para el guión de la cinta, de la que Lund afirma haber codirigido varias escenas, ésta se basó en sus propias experiencias con las drogas. Zoë Lund falleció en París el 16 de abril de 1999 con 37 años de edad, víctima de un ataque al corazón debido a su adicción a la heroína y la cocaína.

Teniente corrupto es un filme duro de visionar y de asumir desde el punto moral, una escabrosa historia que Abel Ferrara lleva a cabo de manera soberbia y que a buen seguro él, y muy pocos directores más, podrían haber rodado; es repulsiva, remueve las tripas y resulta imposible de aguantar, por supuesto, pero debe degustarse como un magnum opus y una obra de culto que ya es.  

Harvey Keitel, como el teniente.

VALORACIÓN: 9/10

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